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lunes, 24 de febrero de 2014

Diferencia del buen artista y el mal literato

Cualquier egresado de artes sueña con ser un gran pintor, exponer aquí, allá, en cualquier lugar, pero igualmente tiene conciencia y razón de saber que no es fácil, que muchos al igual que él están en el camino de la perspectiva y del arte, de la conquista del color, de la luz y de la sombra, pero su mayor obstaculo son ellos mismos, la perseverancia en su propio lienzo a mano alzada, tratan de superarse constantemente en las perfecciones de una línea completamente recta; y se pierden en exposiciones, respiran, sienten y transpiran arte por todos lados, por todo el cuerpo, mente y corazón.

Por su parte el mal literato sueña de igual forma, idealiza por convertirse en un gran escritor, en presentar su libro en una famosa exposición, ser alabado, premiado por la multitud, entre una sonrisa fingida y las dedicatorias del "yo", ser comentado entre el café y el panqué de la mañana, ser leído, consumado, y vuelto a leer. A veces va a los conciertos para conocer a las estrellas que escriben influenciados con el humo de cigarros, las que le dedican su disco con un cierto azul extraño estilo Picasso en sus letras, y presumen por los rincones el disco firmado, con el suspiro de lo que quisieran ser, se llenan de nostalgia, humo y emoción; y se pierden en si mismas, en la verdad a medias de ser ellos (ellas) las únicas que creen entender la belleza de lo escrito, y se vuelve grotesco el espectaculo, absurdo de ser siempre un "yo" y solo yo puedo ser; y mirar hacia abajo y con desencanto a los demás, por que nadie comprende, ni a leido tanto, por que nadie tiene el suficiente vocabulario.
Y con el paso de los años se dan cuenta que solo pueden enseñar con una mediana veneración lo aprendido, dejar en los salones su camino, hacer una historieta, contar en una noche bohemia uno de sus cuentos perdidos. A veces se reencuentran con su circulo de viejos amigos literatos, en donde no cualquiera puede entrar, solo los aptos, "los leidos", se necesita visa de escritor frustrado, y tarjeta nostálgica de lector compungido. El mal escritor vive de los sueños de grandeza y superioridad en sus letras, de buscar y sentir ser mejor que los demás; el artista vive de su sueño pasional de crear, pero con la conciencia tranquila y la certeza de ser siempre y por igual un excelente artesano, que le produce la misma felicidad. René Martínez L. Kueyatl Pensando en crear

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