Regresando a las raíces: al sabor amargo de una noche oscura y sin destellos; regresando a la tierra de los muertos...
La ofrenda yace ahí, en el rincón de los lamentos; en el panteón lleno de flores, procesiones y rosarios.
La ofrenda yace en el dolor que cubre con su funebre manto los recuerdos de los que ya no están, de los que se volvieron polvo, cenizas, cruz y mar.
Ahí estaremos bebiendo de los huesos; entre lápidas eternas, acompañados de angelitos de piedra queriendo llorar; entre los cuervos que se acercan y se van.... Donde no hay nada más que recoger los pasos de entre las tumbas que son la última morada al más allá.
Recordaremos las leyendas, y contaremos nuestras antiguas glorias, nuestro loco pasado, nuestros vicios, nuestro tiempo errado, nuestro frío, nuestro pecado....
La vida que no es más que el delgado hilo que algún día la hoz cortará; y así seremos los anfitriones del ritual, con la moneda que nos permita cruzar, la barca de Caronte llegará...entre los vestidos de negro y el amargo café que no suele faltar; entre los murmullos, los aromas, el incienso, entre lágrimas y huesos, los rosarios, nos reencontremos con todos ellos, los que se fueron en algún lugar. Kuekatl
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