Retrospectiva de un incierto café |
Sabes podría
haberte comprado un peluche; regalado una rana, un osito, un detalle; una
docena de rosas y tal vez algún chocolate light para eso de la buena dieta y el
ejercicio. Pero bueno… tus ojos, tu sonrisa, tu presencia, ¡la buena platica!;
tu voz, tu mirada y simplemente Tú y solo Tú aplicaba para mucho más que eso, y
después de tanto pensar, se me ocurrió hacerte esto.
RETROSPECTIVA DE UN CIERTO CAFÉ
(Espero te guste)
Entre dos cafés
empezó la plática… Pasamos de los reclamos: “que si tú”, “que si yo”, “que si
me eliminaste”, “que si no”, hacia tu vida. Pasamos por el amor, llegamos al
desamor; a lo que más mueve y conmueve a un intento de poeta para escribir;
hablamos de familia, de metas de proyectos, de desgracias; pasamos de
tristezas, llegamos a hospitales, a locuras, a verdades, a nostalgias.
El café seguía…
Hablamos de sublimes emociones; lo que implica sentir entre tontas letras y
poesía; de ahí nos pasamos a lo importante de la vida… hablamos de la edad, de
mi buena juventud a mis 21; y después de un cigarro, dos cigarros, que por
cierto estás a punto de dejar; empezó una poesía nerviosa, entre manos
temblorosas y voz entre cortada:
“De todas las palabras
escondidas… te decía”. ¡Uff! Un leve nerviosismo se asomaba en
ti. ¡Wow! no sabias que decir, ¡no me mires!... decías; con una leve sonrisa en
tu rostro cambiabas la conversación.
“Te puse nerviosa”,
pensaba… divagaba entre miradas; ¡no lo puedo creer!
Íbamos de un tema a otro: hablamos de mujeres, y más de las de
gusto extraño "las que regalan celulares"; hablamos de libros, de la
perfección; de películas con un cierto lado obscuro en el corazón; hablamos de
escritores, de romanticismo, de pintores y de un “Dalí”.
Y así entre una
buena plática a sorbos de pensamiento con olor a café, llegamos de nuevo a ti, al
buen miedo de verte, al respeto por tenerte tan cerquita de mi; pasamos al tema
de la musa casi inalcanzable, la que impone con tan solo mirarme; la que a
veces por un instante siento su mano y no quisiera soltarle; la buena musa
inaccesible a mi vida, que siempre me a gustado desde que la vi, la que algunas
veces he dado por perdida.
Que
interesante y que buena inspiración le das a todo esto ¡caray!...
No parábamos de
hablar, ni Tú ni Yo; y así entre plática y más plática se nos pasaba el tiempo,
los minutos se volvían segundos entre tu tesis y el café que tristemente
terminaba; y bueno, desgraciadamente nos teníamos que ir. Pero como siempre me
dejas un grato sabor a ti: a café de
moka caliente y una plática que espero nunca llegue a su fin.
De verdad no tengo
palabras, no tengo tanta poesía que inquiete tus miradas, que opaque tus
sonrisas, que nuble tu presencia, y aunque suene muy cursi todo esto: “en serio que me encanto ese cierto café
con aroma a ti”.
Gracias por estar
aquí, por comunicarnos tan bien; gracias por compartirme un poco de tu
universo, por ser mi amiga, mi musa; gracias por existir en mi vida y por ser
simplemente TÚ.
Pocos cafés
recuerdo como este, tal vez la magia solo existió por unos instantes… pero
profética fue testigo de la buena tarde noche; una mesita a la intemperie y un
sillón se volvieron parte de una plática, y el complemento perfecto de nuestro café.
“Desgraciadamente
las grandes historias no tienen finales felices”… y en este caso: “distaba
mucho, de ser una historia y mucho menos pensar que viviríamos felices para siempre”. Pero al
menos sé que bastó para crear rimas, una buena locura; poesía, letras e
inspiración… y lo más importante fue suficiente para tener un buen recuerdo de
ti para la buena creación, en aquella
memorable tarde de sábado.
René M./ Kueyatl
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