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viernes, 23 de noviembre de 2012

Te hablaré dulcemente sin problemas, ni orgullo...



Casablanca


Te hablaré dulcemente sin problemas, ni orgullo; no son tus ojos los que pierdo, ni ese rojo incandescente de tu boca, no dominas mis pasos, ni mis rumbos, ni mi voz, ni mis letras. Solo existe esa buena emoción de saberte perdida mucho antes de que todo fuese hecho, no hay un sol en ese fuego que me haga acercarme por el frío, no hay apuestas, ni volados por jugar, ni juegos de azar donde obtenga triunfalismos vanos, insanos, tan solo es el simple final. Única e innecesaria te vuelves a mi vida, vienes y te vas como taxi manejado por la prisa, como una ida al mercado de valores sin nada que comprar, no hay estrellas, ni paisajes desiertos que opaquen mi vista, no hay cigarros por fumar, ni siquiera unas cuantas gotas caen a mi rostro de tu cielo, de tu huida, en ese camino húmedo que recoge uno a uno mis pasos. René M. Kueyatl

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