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martes, 20 de noviembre de 2012

Tiempo y algo más…


Tiempo y algo más, el extraño final.

Tiempo de inmiscuirme en mis actos…. trabajar ardua y sencillamente en comprender lo que es perder de mala manera jugando a las escondidillas, entre locas apuestas de un tonto y mal apostador que juega al “21” o más bien y en este caso al “19”.

Tiempo de crímenes perfectos y de tinta roja Calamaro, de dieguitos y de faldas; 
tiempo de perder, de olvidar el soñar, de ya no estar; 
tiempo de dejar la profesión de ser el perfecto asesino serial, que busca el preciso y macabro momento de matarte; de sacarte el corazón y las entrañas con mis besos.
Tiempo de ser simplemente “uno mismo”, sin poses, ni rosas, ni extraños amores, yo solo y nadie más; 
aceptar mis errores tan profundos y complicados como la filosofía del “yo existo”. 
Porque en algunos finales he sido el gran Houdini de mi propio escapismo, 
el gran corredor sin meta en los asuntos del amor.

Tiempo de construir y dejar, de aceptar derrotas sin más rencores, ni reclamos, sin más asuntos pendientes, ni divorcios eternos; 
tiempo de olvidar y olvidarte, olvidar las palabras, desde lo bueno a lo malo, olvidar los sueños baratos y sin destino final; tiempo de ser, simplemente uno más en tu lista, y tú otra más en mi vida.
Tiempo de saber que las lágrimas perdidas solo existen en la buena  inspiración de lo prohibido.

Tiempo de hallar nuevas canciones, nuevos detalles y olvidar en palabras al amor, ese amor que siente sin tiempo, que actúa sin miedo, expresando pueril su gran tontería.
Tiempo de encontrar esos libros que aun espero leer, 
de conocer autores perdidos en algún ayer.

Tiempo de tener amnesia en el recuerdo, en ese preciso momento en que me acuerde de ti, tiempo de perder memoria cuando sin querer exhale algún suspiro; 
tiempo de ver hacia delante, comprender que uno no muere de amor, solo en poesía; 
ni de un clavo, ni de otro clavo;  
 no muero de adicciones, ni por beberte o fumarte, 
no muero por no desayunarte o comerte ni esta semana, ni nunca, 
no muero por no cenarte; nunca se muere uno del amor, ni flaco por quedarte, ni flaco por irte, ni por olvidarte o perderte; 
por más que intente cortar mi sentir con  galletitas hechas de animalitos de desamor.

Tiempo de buscar censura en esto del sentimiento; 
buscar rincones sin nada de amargura; 
tiempo de darle más tiempo al tiempo, de renovar y renovarse… renovar emociones, lugares y gente; renovar los buenos momentos,  espacios y letra; 
renovar las batallas, la mañana, la tarde y la noche; porque como siempre he pensado: “las grandes historias no tienen finales felices”. René M. Kueyatl

Dijo el:
Quisiera tenerte tan cerca como me sea necesario,  para así poder degustarte en mi desayuno, y saber que poquito a poco nos comprometemos sin quererlo, nos queremos sin pensarlo y bailamos juntos por el sublime hecho de sentirnos.
Dijo ella:
¡NO!.... Adiós

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