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lunes, 18 de marzo de 2013

México




 

El aplauso casi imperceptible que complementa la obra,
la ganas que renacen de la esperanza de encontrarte mejor
que en las cenizas de tu triste pasado;
cuando te miro desnuda, indefensa tierra mía,
pueblo mío, infierno mío,
los idealismos por verte bien y vestida, 
elegante, triunfante, sagaz...
La voz del pueblo que se busca así misma como espejo entre la gente,
el mismo pueblo que en sus venas corre la sangre guerrera de serpiente,
es por igualdad la misma  voz del indio rajado,
de piel dura, correosa, que camina sin descanso,
es el mismo ser humano, de trabajo arduo y gesto noble;
es el canto unísono del pobre,
de la Hispanoamérica conquistada a palos,
y las mujeres mancilladas como putas sin regazo
sin caseta,  sin cobro,  sin reclamo,
aún lo sigue habiendo, aún lo sigue siendo;
es la misma historia cristianizada a golpes por sus santos,
es el llanto olvidado,
la llorona, la imagen del soldado
aplastando a su enemigo "el pueblo",
de los gringos usurpando la tierra,
y los otros, los nuestros vendiéndola,
cediéndola a manos llenas,
es el canto del corrido,
las masacres, las leyendas, lo perdido,
la honestidad y la fe de tu gente,
el ombligo de la luna,
México, la buena letra y la muerte. Kueyatl. 

 

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